Pensamientos espontáneos.

Gracias por entrar.

Espero que mi blog sea de vuestro agrado.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Cajita de Música.

  Primero sientes desconcierto, una desorientación tremenda. Tus piernas no responden, tu cerebro está paralizado, y tu mente, en blanco. Te quedas ahí sentado, con el sol acariciándote en la cara, solo, sin ganas ni fuerzas para retornar a casa. Todo es rápido, el mundo se mueve a tu alrededor, pero tú estás estancado ahí, sin siquiera moverte, tan sólo, estando.

  Empiezas a concienciarte, a ser consciente de lo que ha ocurrido; todo ha acabado. ¿Desesperación? No. Más sensación de estar completamente perdido, sin vida, sin fuelle. No ser dueño de tu cuerpo y tener la mente embotada, ver desde fuera cómo brotan lágrimas que no deberían estar allí. Que eres un chico fuerte, te dices, que tú nunca lloras. Pero tu cuerpo no es tuyo, sino de las circunstancias. Que no piensas en las maravillas que te siguen de cerca, que sólo brotan lágrimas. Que sólo piensas en que no entiendes nada, que no crees que todo haya sucedido. Las nubes empiezan a disiparse, y consigues pensar en comunicarte con el mundo, explotar, y brota la furia. Palabras que murmuras para desahogarte, pero que realmente no hacen ni dicen nada. Risa histérica. Como un loco que se balancea en el rincón de una habitación ves que, en medio de tu locura, te ha observado. Sientes furia, culpa, autocompadecimiento, todo mezclado a la vez. Acabas pensando que el culpable no importa, sólo que tienes que levantarte y volver a tu nuevo mundo. Pero no eres capaz aún.

  Como una sentencia, caen sobre ti las verdades. Te das cuenta de que sólo te vienen a dar el remate, que sólo te producen furia. El orgullo se abre paso, tus piernas despiertan, y sólo desean llevarte a casa. Por fín eres tu dueño. Tus pasos son pesados, te sientes vacío, tu mirada está borrosa y tu mente confusa. Pero te has levantado, has emprendido el camino de vuelta. Regresas al punto de partida, a comenzar un nuevo mundo. A pensar que el anterior no fue una pérdida de tiempo, sino otro capítulo, otra repetición de la melodía de una cajita de música.

martes, 6 de septiembre de 2011

Ven, pequeña Alex.

Ella se sentó en el sofá, donde le indiqué. Miró con ojos golosos el cuenco que le tendía. Helado de turrón. Mi favorito y el único del que siempre disponía en mi congelador. Yo daba sorbos pausados a mi té de vainilla y caramelo. Su favorito y el único que siempre tenía listo para ella, la madre de la pequeña qe ahora se encontraba frente a mí, sentada saboreando satisfecha el dulce.
-Tía, ¿cómo era mamá de joven?
Aquella pregunta que llevaba rondando en su cabeza mucho tiempo por fín salió de sus labios. Sus ojos curiosos y grandes del mismo color que los de su preciosa madre me instaban impacientes a contar mi, bueno, nuestra, historia.
-Mi pequeña Alex... tu madre era como un rayo de sol viviente. No tenía vergüenza de ninguna clase, era totalmente espontánea...
-¿Espontánea? ¿Qué significa? ¿que explota?
No puedo evitar una sonrisa y una mirada perdida hacia la personita que tanto me recordaba a mi princesa con aquellas preguntas curiosas pero jocosamente absurdas.
-Espontánea, auténtica, que se desenvuelve según el momento improvisando genialidades como por arte de magia. Tu madre me trajo más de  un ataque de risa cuando éramos pequeñas.
-¡Mientes! Os seguís riéndo mucho. Papá y el tío dicen que sois iguales todavía a cuando érais niñas.
Mi sonrisa se transformó en una carcajada amplia.
-Cierto es. Y es algo que siempre he amado, amo y siempre amaré de ella. Éso como tantas otras cosas. Ella conseguía sacar mi parte más absurda, mi sinceridad completa. No, ella no es mi amiga. No es mi hermana. Ella es una parte de mí misma. En cuanto crezcas quizá sientas tú lo mismo por tu primita, éso esperamos. Porque es maravilloso. Ella me hacía salir cuando no me apetecía y, aunque te parezca una locura, tu madre y tu tía salían con peluca a la calle. Cantaban, silbaban, reían y contaban chistes a la vez a quienes preguntasen... y a quienes no también. Oh... es algo que poca gente entendería en su plenitud. Tu mamá sabe qué pienso y cómo lo pienso. Entra en mi cabeza y lo desordena todo con tan sólo mirarme, porque ya sabe qué ronda en mis pensamientos.
- ¿Mamá lee la mente? ¡Qué guay! ¿Yo también seré una superheroína como ella?
Entre risas y a duras penas seguía mi monólogo mientras aquella imagen viviente de mi pelirroja favorita seguía escrutándome con sus ojitos y su boca llena de helado.
-Tu madre es una superheroína. Pero para éso no necesita super poderes. Es brillante por sí misma. Y ojalá seas tú como ella. Aprende mucho, porque es divina. Haz caso a tu mamá porque hay pocas como ella. Pero no, no lee la mente. Pero lleva tanto tiempo invitándome en silencio a pensar en voz alta que conoce mi mente casi mejor que yo. Tanto tiempo... ya sabes que la conocí un 22 de Junio de hace ya unos años. Yo no me acuerdo, ¿sabías?
-¡Claro que no te acuerdas! Fue el día en que ella nació y tú tenías sólo un año y medio. Lo sé, me lo habéis contado ¡mil veces, tía! ¿Y jugábais como yo?
-Cuando teníamos tu edad jugábamos con mis muñecas o con las suyas si estábamos en alguna casa. Si estábamos fuera jugábamos con lo que fuese, aunque ella siempre ha llevado genialidades encima. Cualquier cosa, pero siempre algo que nos daba diversión. Todavía lo sigue haciendo, ¿o esque tú nunca has jugado con las tonterías que lleva en sus bolsillos de la chaqueta?
-Es verdad, mamá siempre tiene cosas divertidas para mí.
-Tu madre siempre ha sido perfecta en su ser. No hay otra como ella, aunque alguna vez te regañe, créeme que tiene un corazón más grande que todo este mundo. Siempre ha estado conmigo. Alegrándome con sus canciones, cuando cantábamos a los Beatles que tú ya conoces gracias, cómo no, a ella, bailando absurdamente entre la gente conmigo, contándome sus historias, leyéndome sus escritos, tirando de mi mano por la vida. Más que crecer, ha evolucionado a versiones, si era posible, aún mejores. Y con cada versión, iba ahondando más y más en mí. Si ahora me quitaran a tu mamá... me volvería loca de remate en caso de que siguiese viva, Alex, Alex... es tan...
En ese momento entró mi gatito, mi Ringo. Se sentó agitando su rabo y con un maulllido anunció que había oído la puerta. Éso significaba el final de nuestra conversación. La pausa, porque Alex sabía que siempre que nos quedábamos a solas yo le hablaba de mi princesita. De su mamá. De esa chica que me saca todas mis sonrisas estando siempre a mi lado. De esa chica que en ese preciso instante entraba por la puerta de mi casa con su llave que sí, poseía. Aquella chica a la que amo con locura. Irene Barredo.
-Ven, pequeña Alex, vamos a saludar a mamá.

lunes, 18 de julio de 2011

Y tú, ¿Qué harías sin ella?

¿Han pensado alguna vez ustedes en suprimir la música de su vida? Sí, párese a pensar un segundo. Es posible que ahora esté escuchando alguna canción, tarareando o tan sólo pensando, pero ahí está; la música que acompasa su corazón. Y además, literalmente. ¿Qué? Yo se lo explico. Póngase a dar palmas, al ritmo que quiera, uno que le sea cómodo. ¿Sabe? ¡Está aplaudiendo exactamente al ritmo de su corazón! Sí, sí, como se lo digo. Al ritmo de su corazón. Y es que está en el mínimo recoveco de nuestro ser, casi guiando nuestra existencia. Y... oh, sí, es reconfortante. Crear música llena tu vida, crearla, sentirla, bailarla... Por éso se le "pegan" las canciones, la música está en su interior allá donde vaya y lo sabe, sabe que sin ella ni vive ni muere. No piense que es todo alegría; es ¡un mundo! Transmite cualquier sentimiento, cuando se asusta en una película de miedo, ¿no va siempre acompañada de melodías escalofriantes? ¿Cómo cree usted que la gente no moría de aburrimiento en el cine mudo? ¿Por el flamante protagonista? Pues claro que no, ¡señor! ya sabe por qué es. Ahí lo tiene, amigo. Párese a pensar si no se volvería usted loco sin ella.

sábado, 26 de febrero de 2011

Tan simple que fue perfecta.




http://www.youtube.com/v/kn8TFZ_cc4g

Érase una vez un grupo de chicos que se veían unidos por un vínculo común, algo que, aun siendo completamente distintos, les hacía a la vez en iguales. Sí señor, esa es la música. La música es mi vida y no me cansare jamás de decirlo. Vosotros lo compartis, vosotros sois, entonces, mi vida. :)