Pensamientos espontáneos.

Gracias por entrar.

Espero que mi blog sea de vuestro agrado.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Creerse artista por amor.

Sería genial ser divertida siempre, pero no lo soy.
Ser la chica perfecta, pero no lo soy.
Ser capaz de no preocuparte cada momento, pero no lo soy.
Ser la que te alegra cada mañana, y no te hace rabiar, pero no lo soy.
Ser alguien sonriente y estable, pero no lo soy.

Podría ser la más guapa del mundo, pero no lo soy.
Podría ser la más lista del mundo, pero no lo soy.
Podría ser la más fuerte del mundo, pero no lo soy.
Podría escribirte todos los días, pero no lo hago.
Podría tenerte de buen humor todos los días, en vez de enfadarte, pero no lo hago.

Tendría que ser mejor. Pero no puedo evitar tener errores garrafales.
Tendría que aprender a explicarme, ya que por mi boquita salen perlas negras.
Tendría que estar siempre para ti, pero no ... no te merezco. 
Tendría que agradecer siempre el hecho de que me aguantes. Pero soy idiota.
Tendría que dejar de dar por sentado que estás en mi cabeza y lo conoces todo.
Tendría que hacerlo. Pero esque siempre rondas por aquí dentro...




Y... aún así, me amas, yo lo sé. Y yo soy tuya entera. Y aquí... no hay peros.



sábado, 6 de octubre de 2012

El condicional ya no promete.

  Y al escucharla cantar, me gustaría no aborrecerla. Me habría gustado no tener que odiarla, que sentir esta repulsión involuntaria que aflora cada vez que me roza la mejilla con su mano. Me gustaría poder quererla, y admirarla como lo hacía antes. Al escucharla cantar, me gustaría que me hubiera enseñado a mí, o que hubiera podido cantar mientras yo tocaba cualquier canción sentada al piano. Me gustaría, sí.
  Y al escucharla cantar, se me hielan los huesos, porque me llena y a la vez me vacía. Me hace odiar odiarla por no poder quererla. Al escucharla cantar echo de menos echarla de menos. Echo de menos querer sus abrazos. Pero no, no los quiero, ni la echo de menos. Sólo añoro cuando para mí era la mejor.
  Y al escucharla cantar, ocurren mil cosas. Cosas que ella, aunque nota, no comprende. Mil cosas por mi cabeza, pero no por la suya, porque, al escucharla cantar siento pena que, igual que vino, se va ahora que ha dejado de cantar.


martes, 17 de julio de 2012

Pensamientos de Metro.

Supongo que no seré la única. La única que llegó un día, se paró a pensar, y dijo "cómo ha cambiado todo desde hace un año". Todo. Absolutamente todo. Y claro, con el cambio en la vida, viene el cambio en el pensamiento, en la concepción del mundo que rodea a uno. 
Donde antes había curiosidad, seguridad y ganas, ahora hay desconfianza, miedo y fuerza de voluntad. Eso, esa desconfianza, me lleva a pensar... ¿Qué significa la palabra "siempre"? Tiene un significado eterno, se supone, pero claro, hoy en día a las palabras se las lleva el viento. Y más cuando una pierde aquello que seguro que era para siempre, cuando pierde la confianza en la palabra, ¿qué queda?. Queda esa bendita fuerza de voluntad, queda el apoyo de algo que te empuja y te permite seguir. El apoyo de alguien, que tira de tu mano cuando tú, a regañadientes, te dejas guiar apartando la mirada de lo que está por venir. Apartando la mirada para ver el ayer, observar cómo se hace cada vez más pequeño y menudo lo que dejas atrás a medida que el tiempo va separando el pasado del presente. 
  Como alguien dijo alguna vez, llevamos demasiado tiempo manteniendo algo porque sí, por no romper algo tan largo. Y no se puede arreglar. Y es que a veces uno se levanta al espejo y se pregunta si merecería la pena el día que va a vivir si éste fuese el último, y cuando demasiadas mañanas la respuesta es "no", algo debe cambiar. El hombre que dejó en el mundo este pensamiento también cambió, también miró atrás y suspiró por el giro que su vida había tomado en el último año. Y ahora yo, más joven, inmadura y novata en la materia de la vida, miro atrás y no puedo más que preguntarme qué es lo que cambiará si me doy la vuelta, miro al frente y planto cara a mi futuro. 
  Y al darme la vuelta, ver que quien tira de mi mano sonríe, y sonreír de vuelta. Y al darme la vuelta, ver todo lo que dejaré atrás, y afrontarlo con fuerza. Y al darme la vuelta, olvidar lo que me dañó tiempo atrás, y aprender de ello. Y al darme la vuelta, caminar con la cabeza bien alta.

lunes, 30 de abril de 2012

Under the Willow.

Y aquí he acabado, en este río, fluyendo. Todo empezó en aquella nube, que me dejó caer escapándome de sus garras. A parar fui al árbol que ha sido mi vida, que es alma, de esta ribera. Ese sauce llorón que me ha acunado cayendo de hoja en hoja, dejando parte de mi esencia en ellas; regalándoles parte de mí. Con furia caí, con furia me estampé contra las imponentes ramas más altas, con furia comencé a bajar; furia que desapareció a medida que, con su elegancia, me deslizaba bajando por los interminables brotes y brácteas. Cariñosamente me acariciaban guiándome hasta lo que ahora es mi lecho, el río. Aún me aferro a la última punta verdosa de la planta, la que me dejó escabullirme hacia el arroyo, que, tan larga como es, se deja mojar por nosotros; la fuente de su existencia y la de todos, el bien más preciado de este mundo; el agua.

jueves, 22 de marzo de 2012

Fénix.


  Presión. Sientes el vaivén del agua en tus pies. La brisa del mar en tu cara. Dolor. Tu mente vuela lento pero alto, viendo todo desde arriba, haciéndote sentir pequeño. ¿Qué he hecho mal?
 Autocompasión. Al verte, lamentable, sentir pena y asco de ti mismo a la vez. Te tratas de preguntar una y otra vez por qué te sientes así, qué razones tienes para sentir un agujero negro que carcome tu alma. Silencio. Te dejas llevar lentamente por tu amargura, sintiéndote peor. Culpa. De ser tú y sólo tú el responsable de tu estado, de tus autoquejas que no deberían ser así.  Está todo del revés.
 Microexplosiones. Del corazón que, bajo una fachada inalterable de calma y felicidad, esconde rabia. Ira. De ser incapaz de controlar tu vida. Sentir que se te escapa la felicidad como el agua entre los dedos. Luz. Al pensar en él. Abismo. Al volver la vista a todo lo demás. Sonrisa. No estás solo. Sollozo. Quizá sí a estas alturas del camino de tu mente. Baschwitz, Baschwitz... ¿qué has hecho mal toda tu vida?
  Amargura. ¿Por qué vuelve todo ahora? Fragilidad. Y no fortaleza, sentirse como una muñequita que, sola en su caja de música, da vueltas al son de una melodía frágil, frágil como ella, frágil como yo. Lágrimas. Que clamas en silencio por que acudan a tus ojos, pero se han secado de represión ejercida año tras año, día tras día. Golpe tras golpe. Miedo. A no entender nada. Ganas. De salir y poder entenderlo. Anhelo. De ser capaz de ser fuerte. Pena. De saber que es cierto que no eres más que un árbol en el bosque, caído por la tormenta en la cuneta de una carretera, aparentemente robusto, pero roto, partido, mustio, seco. Desilusión. A veces lo que creías tu vía de escape es justo tu veta, la fuente de tu desilusión. Dudas. De si romper con el mundo y comenzar de nuevo. Ataduras. Saber que te retiene más de lo que te espera. Decisión. Seguir. Inseguridad. No saber cómo. Confusión. Un hilo de pensamientos sin coherencia.
  Correr. Volar. Huir. Esconderse. Pensar. Perderse. Encontrarse. La muerte del cisne. El nacimiento del fénix.