Pensamientos espontáneos.

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jueves, 22 de marzo de 2012

Fénix.


  Presión. Sientes el vaivén del agua en tus pies. La brisa del mar en tu cara. Dolor. Tu mente vuela lento pero alto, viendo todo desde arriba, haciéndote sentir pequeño. ¿Qué he hecho mal?
 Autocompasión. Al verte, lamentable, sentir pena y asco de ti mismo a la vez. Te tratas de preguntar una y otra vez por qué te sientes así, qué razones tienes para sentir un agujero negro que carcome tu alma. Silencio. Te dejas llevar lentamente por tu amargura, sintiéndote peor. Culpa. De ser tú y sólo tú el responsable de tu estado, de tus autoquejas que no deberían ser así.  Está todo del revés.
 Microexplosiones. Del corazón que, bajo una fachada inalterable de calma y felicidad, esconde rabia. Ira. De ser incapaz de controlar tu vida. Sentir que se te escapa la felicidad como el agua entre los dedos. Luz. Al pensar en él. Abismo. Al volver la vista a todo lo demás. Sonrisa. No estás solo. Sollozo. Quizá sí a estas alturas del camino de tu mente. Baschwitz, Baschwitz... ¿qué has hecho mal toda tu vida?
  Amargura. ¿Por qué vuelve todo ahora? Fragilidad. Y no fortaleza, sentirse como una muñequita que, sola en su caja de música, da vueltas al son de una melodía frágil, frágil como ella, frágil como yo. Lágrimas. Que clamas en silencio por que acudan a tus ojos, pero se han secado de represión ejercida año tras año, día tras día. Golpe tras golpe. Miedo. A no entender nada. Ganas. De salir y poder entenderlo. Anhelo. De ser capaz de ser fuerte. Pena. De saber que es cierto que no eres más que un árbol en el bosque, caído por la tormenta en la cuneta de una carretera, aparentemente robusto, pero roto, partido, mustio, seco. Desilusión. A veces lo que creías tu vía de escape es justo tu veta, la fuente de tu desilusión. Dudas. De si romper con el mundo y comenzar de nuevo. Ataduras. Saber que te retiene más de lo que te espera. Decisión. Seguir. Inseguridad. No saber cómo. Confusión. Un hilo de pensamientos sin coherencia.
  Correr. Volar. Huir. Esconderse. Pensar. Perderse. Encontrarse. La muerte del cisne. El nacimiento del fénix.

1 comentario:

  1. Si no fuese por qué apenas te conozco diría que estás un pelín pochof pero...

    Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero! Te quiero!

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